martes, 23 de agosto de 2011

LED ZEPPELIN - LED ZEPPELIN IV (UNNAMED ALBUM) (1971)


1. "Black Dog" - 4:54 
2. "Rock and Roll" - 3:40
3. "The Battle of Evermore" - 5:51
4. "Stairway to Heaven" - 8:03
5. "Misty Mountain Hop" - 4:38
6. "Four Sticks" - 4:44
7. "Going to California" - 3:31
8. "When the Levee Breaks" - 7:07 



Hemos dejado al Zeppelin haciendo su primer vuelo, despertando al mundo con el rugido de su motor y su alargada sombra del sueño hippie de los sesenta y amenazando el albor de una nueva década en la que el rock dejará de ser un dócil párvulo para convertirse en un frustrado adolescente con muy mala baba. Con la testosterona colapsando sus venas, contemplando al mundo con la arrogancia del que lo mira seguro de hollar su cima, en el Led Zeppelin II cristaliza como en muy pocos discos este momento de la evolución del rock duro en que se consolidaron unos formatos, unos estándares, que a partir de entonces sólo serán repetidos.
Estándares dentro de lo musical, que más tarde evolucionarán hasta que el tataranieto no reconozca a su ancestro, pero a los que siempre se les podrá hacer esta simple prueba de paternidad y remontarlos fácilmente en el árbol genealógico hasta este punto: el omnipresente riff demoledor y despiadado, la voz aguda y afilada buscando los límites del pentagrama, la línea rítmica de guitarra de rápido palm-muting en el bordón salpicada de acordes por quintas, los overdrive que dan paso a distorsiones más ásperas, las olimpiadas de notas en el sólo de guitarra que deificarán a los guitar hero (esa raza sobrehumana de cuyo linaje Jimmy es un gran culpable), las baterías con aspecto de naves espaciales cargadas de platillos y timbales, de sonido pesado, de ritmo marcial con el enorme bombo rigiendo despiadado el avance del resto como un verdugo de galeras, el bajo sumiso que acota sus líneas bluesy para irse acomodando poco a poco como un apoyo intermedio entre la batería y la guitarra… Todos estos elementos archiconocidos están ya aquí.
Y estándares que se establecen también fuera de lo musical: los hoteles y escenarios (esos inmuebles urbanos de obligado destrozo), la violencia (ese vehículo natural de comunicación), el acondicionador capilar (que desplaza al perro como mejor amigo del hombre), la pose amenazante, los coqueteos con lucifer, la herencia de sexo y drogas de los 60, el manual de las mil y una técnicas de depravación extrema con grupies, el personaje del rock star con todos sus complemetos, la ropa del rock star, el bólido del rock-star, la mansión misteriosa del rock-star y las poses frente al micro del rock-star…
Todo ese entramado de tópicos del rock está ya aquí, y quizá nunca ha vuelto a estarlo tanto como aquí. Ya lo había estado con grupos como The Doors pero nadie lo había encarnado tanto hasta la fecha como lo harían los Zepp.
El álbum tiene aún sin embargo grandes dosis de la libertad creativa del LZI, y de esa ingenuidad del que está desencadenando un ciclón fuerza 5 sin ser plenamente consciente. Digo plenamente, porque cuando los Zepp entran al estudio para grabar este disco lo hacen con la total tranquilidad y confianza de saber que han sido aceptados (y cómo) por el público y la industria musical, no así la prensa, parte de la cual los ve como una válvula al rojo escupiendo decibelios sin forma. Conciertos de 4 horas con 12 bises o el mejor contrato discográfico conseguido hasta la época por ningún grupo son un par de pruebas de este éxito cosechado con el LZI. Éxito que se cobró víctimas como los Iron Butterfly, también de Atlantic Records, a los que destrozaron sistemáticamente en la gira de conciertos en la que los teloneaban, cuando al subir al escenario oían al público enloquecido gritando para que los Zepp siguieran. Pero que les conocieran fue algo que se curraron con mucho sudor, haciendo 4 giras en un año por los EEUU, la primera en plena Navidad.
El álbum:
Los Zep confirman con este segundo álbum, que volatiliza el panorama musical en Octubre del mismo año que salió el primero, que aquello de Enero no fue un espejismo, que la música va a cambiar para siempre y lo hacen con un trabajo que desarrolla la vertiente más hardrockera ya mostrada en los temas más duros del LZI. El disco puede que pierda gran parte de la magia y de ese laberinto de mil estancias que es el anterior LP pero a cambio nos da caña a raudales y nos deja un legado irrepetible, seminal como pocos, al tiempo que los Zepp se van centrando en un estilo que ahora se define tremendamente.
Lo primero que sale de los altavoces cuando el CD empieza a girar es una tos de Plant que a mí siempre me ha parecido una desafiante risa entrecortada. Y tras eso la guitarra de Page se nos mete hasta la cocina con el riff por antonomasia, el riff the "Whole lotta love", grabado además con uno de esos trucos del maestro para darle una profundidad y una atmósfera que parecen pretender teletransportarnos y sentarnos en frente de él en la sala donde lo esté tocando (se puede oír perfectamente un rebote del sonido de la guitarra, perdonadme si digo una burrada pero, ¿quizá en la batería de Bonham?). El riff se presenta por sí mismo, todo en él es absolutamente perfecto, como un patrón griego de belleza y equilibrio. El crepitar de la guitarra y el bamboleo del riff hacen una intro descomunal por su sencillez y pegada que mece el resto del tema como la cuna de un recién nacido, convirtiendo a este tema en un inevitable himno universal del rock. Plant entra y notamos en su voz algo ya más curtido, un tono mas afilado que en el LZI, lo mismo pasa con la batería y el bajo, tienen más presencia y rotundidad y las concesiones al blues parecen haberse acabado. Cuando la gente habla del Stairway como de una canción satánica yo no puedo menos que descojonarme, pero siempre me acuerdo también el interludio de este tema, que aunque siempre ha sido interpretado como una especie de musicalización del sexo, bien podría ser un pasaje al averno tal y como yo me lo imagino, ese caos ordenado y los efectos de guitarras torturadas aderezados con percusión son pavorosos. Como de una pesadilla unos redobles de Bonham nos rescatan y nos devuelven a la superficie, aún con sabor a azufre en nuestras bocas, y nada más llegar Page utiliza la guitarra como arco y nos atraviesa con un solo hiriente en el que tira de la cuerda hasta llevarla al límite justo anterior a su ruptura. A nivel instrumental qué podemos decir: todos se salen, hay multitud de efectos en voz y guitarra, como la slide guitar del estribillo con reverberación que se vuelve a despeñar por el precipicio (ver “You Shook Me” del LZI), que nos dan una idea de lo que Page se ha currado esta producción. Bonham ha quitado el freno y nadie le va a convencer de que lo vuelva a poner y el bajo de Jones se nos mete en las entrañas. Para mí el grupo se consolida con esta canción. Quizá habría que hacer justicia y decir que algunos atribuyen el riff a Jones, no sé si esto es cierto. Las letras se han vuelto también, sin cambiar la temática amorosa, un poco más arrogantes y chulescas, y en este tema que habla de dar su amor a la dulcinea de turno, en un cierto momento Plant apostilla un “te voy a dar cada centímetro de mi amor” digno de un recopilatorio de los mejores piropos de andamio de nuestro país (pulgada en el original inglés claro está, en el 3:37) o cuando dice “menéate para mí nena, quiero ser tu hombre de la puerta trasera” ya al final (no comment).
El segundo corte "What Is and What Should Never Be" entra como una brisa casi imperceptible que se cuela por nuestra ventana, como un prozac sónico con la suavidad de la que Plant y Page ya habían hecho gala en el LZI pero ahora acompañados por un Jones que va liberando una deliciosa línea de bajo, todo cubierto por el paraguas de platillos de Bonham. Una intro realmente exquisita. Pero no nos relajemos, en este disco se nos va a dar poca tregua, la batería marca la abrupta salida de una frase bastante cargada con voces de Plant dobladas con retardo y de nuevo una muy crujiente guitarra que serpea hasta desembocar en un apacible mar de coros. Una progresión inmejorable. El tema sigue encajando estas dos secciones hasta un break que se desata. Y de repente Page se descuelga con un solo que suena a hawaiano con la slide guitar. Si estás leyendo esto y no lo has escuchado pensarás “menuda cagada”, pero el mago Page sabe lo que se hace, el solo abunda en esa tranquilidad inicial y la extiende como una gota de aceite en la superficie del agua, bajo y batería mediante. La guinda llega al final con un genial silencio tras ese coro que se alarga y distorsiona del que renace la crujiente frase de guitarra entrecortada con rasgeo de cuerdas paradas a la que todos se unen y donde Plant se deja ir. De nuevo resaltar las innovaciones técnicas de las que el disco está repleto, el canal de la guitarra va panoramizada y con una especie de delay desafinado, efecto conocido como flanging, la voz lleva también multitud de efectos. El tema no es de los que más llaman la atención en primeras escuchas, es de esos con los que vas flipando poco a poco. Es de una grandísima calidad compositiva y nos da un atisbo de la riqueza musical que recorre las sinapsis de Page.
Un gong (sí sí, un gong, ya se ha oído en el tema anterior pero aquí es más visible) abre con majestuosidad imperial uno de mis temas preferidos de los Zepp, "The Lemon Song", que creo que ha sido injustamente olvidado inclusive por el propio grupo quien lo ha lucido poco en directo. Parte de la culpa la deben tener los problemas legales que suscitó al recorger la herencia de varios blues (“Killing Floor” de Howlin’ Wolf y “Traveling Riverside Blues” del vendedor de su alma al diablo Robert Johnson). Por eso encontramos entre otras la famosa frase de Johnson “exprime mi limón hasta que el jugo corra por mi pierna”. El brillantísimo fraseo inicial de guitarra abre y recorre casi entero este atípico rock-blues, conduciéndolo desde el fondo con una clase inigualable. Denso y profundo (insondable) como pocos, en él los Zepp se marcan un medio tiempo pesadísimo que va evolucionando y perdiéndose por decenas de derroteros. El tema se acelera magistralmente con la máquina Zepp funcionando perfectamente engrasada y más tarde nos deja uno de esos escasos momentos en los que Page desaparece para permanecer emboscado e ir asaltando el blues en un crescendo de ataques que acaba con un solo de los que te llegan al pecho sin pasar por tus oídos (4:37), y que muere en un duelo guitarra-voz marca de la casa de los más sentidos. Estas partes son las que siempre me han hecho pensar que estos tíos hubieran tocado juntos hasta morirse de hambre sólo por su propio disfrute. Los alardes vocales de Plant en este tema son majestuosos, con esos yeahhhhh interminables y contrastan con partes en que modula la voz hasta hacerla casi imperceptible. La historia que nos va contando la guitarra y su sonido es de una calidad excepcional y explotan en un break y solos extraterrestres. El bajo de Jones nunca me ha sonado tan bueno como aquí, yendo completamente en paralelo a la canción, haciendo su propio tema. Bonham, como no, es el responsable de la pesadez plúmbea de la que hablábamos, porque el pobre no sabía hacer un apaño sencillito, no hay un sólo momento en que no este inventando un ritmo y en las secciones de mayor intensidad bombardea con los timbales o libera al tema con los platillos para dejarlo volar, como sólo él supo hacerlo. Está grabado en directo lo cual explica las diferencias evidentes de sonido respecto a las anteriores pistas y nos da una primera muestra de la calidad del grupo sin arreglos, mezclas, ni ninguna otra interferencia aunque podríamos decir que esto lo podemos apreciar en cualquier tema de los Zepp debido al afán de Page por dejar las cosas tal cual salen. Por eso es tan fácil pillarle errores de digitación a Page y tan difícil escucharle hacer dos veces un mismo solo. Un tema raro raro como pocos que a algunos puede parecer chirriante, en parte por un sonido final poco pulido en la producción, pero que yo adoro.
“Thank you” es un tema que nunca he entendido como lo incluyeron en este disco. Nos avanza un estilo que tardará muchos álbumes en llegar y que desentona incomprensiblemente con el resto del trabajo. Es una balada escrita por Plant para su mujer. Instrumentalmente está muy conseguida, especialmente el teclado de Jones y el solo de acústica, pero a mí siempre me ha parecido insufriblemente pastelona. Ya hemos visto y veremos que los Zepp pueden hacer baladas como nadie, pero esta a mí no me convence.
“Heartbraker”, el riff más matador que jamás he escuchado, tema hiperfamoso por esto y por engendrar la leyenda del guitar-hero con su solo de velocidad supersónica (para la época se entiende). El bajo de Jones está distorsionado hasta la saturación y de nuevo se te aloja rápidamente en las entrañas liderando el tema con un protagonismo total, con esa frase potentísima que nos lleva vertiginosa como en una montaña rusa y que nos deja colgados al final de cada subida para precipitarnos de nuevo. Bonham marca el tiempo como un reloj de Cesio y Plant va escupiendo las frases soberbio, todos muy contenidos hasta que el tema se dispara entre los embates sobrehumanos de Bonham sobre los platos y en el 2:02 sucede, el mundo se detiene expectante, conteniendo el aire por este parón de la montaña rusa, y quizá todavía no le ha perdonado a Page por lo que viene, EL SÓLO MÁS ACOJONANTE QUE NADIE HABÍA ESCUCHADO HASTA LA ÉPOCA. He leído que Steve Vai decidió emprender su carrera de las mil notas mientras escuchaba como salía este solo de la habitación de su hermano mayor y el “Eruption” de Van Halen es un claro tributo. El sólo es brutal para la época y a mí me parece de una maestría inigualable aún hoy, el desarrollo es increíble, creo que sería difícil encontrar un solo que crezca y culmine como este (y la culminación final sigue ya con toda la banda). Los errores de digitación están ahí por lo que ya hemos comentado. Sí señores, el amigo Page fue el primer Guitar Hero, muy a su pesar. El mundo comienza a girar de nuevo, acribillado por la ametralladora de Page y sin haber digerido todavía aquello, y se da de lleno con el muro de hercúleo sonido cuando la banda retoma el tema y Page les da la salida con 4 acordes demoledores tras retenerlos todo lo que puede. El solo que mete ahí Page es también memorable y cuando el maestro se ha quedado a gusto Bonham desata el apocalipsis con un montón de zambombazos que a mí me recuerdan mucho a los que meten hoy los grandes de este instrumento (salvando los 40 años que han pasado). Vuelta y cierre con el motivo principal. Mi tema preferido del registro cañero de los Zepp, es como una bella playa poco masificada, a diferencia del “Whole lotta love”.
La siguiente tiene poco que comentar, “Living Loving Maid (Sheis Just a Woman)” es un anzuelo comercial muy bien interpretado pero que podría pertenecer a cualquier banda de pop-rock de la escena de aquel año. El sonido es buenísimo como digo pero es un tema muy plano y con poca chicha. Los Zepp debieron ser los primeros en juzgarla así porque nunca la interpretaron en directo.
“Ramble On” es una de las mayores joyas del repertorio de los Zepp, que nos anticipa algunos elementos de evolución posteriores del grupo. El murmullo del amplio sonido ambiente, la sorprendente entrada con esa acústica juguetona y llena de ritmo que es secundada por un Bonham que se ha metido a taquígrafo y el bajo inspiradísimo haciéndonos una frase realmente preciosista. Plant entra tranquilo pero pronto saca su voz autoritaria y rasgada, Page lo calma por unos instantes y nos mete en un pre-chorus mágico con esa guitarra melancólica y zasca, te descerrajan ese estribillo cañero que no te esperabas en toda la cara. Los sinfónicos sólos doblados que siguen crean un ambiente medieval-mistérico delicioso, que nos vuelve a enseñar a ese Page que hizo viajes por todo el mundo buscando sonidos con los que enriquecerse.
Y llegó, el tema de batería de los Zepp, cañerísimo, imitadísimo, "Moby Dick". Aquí nos vuelven a desarmar, los zepp son imprevisibles, ¿quién se esperaba esto? El ritmo de esta canción es arrollador, y el cencerro le da un toque a la batería que te deja pasmado. Page se marca un fraseo antológico, al unísono con el potente bajo de Jones, intercalado con unos solos atípicos y endiabladamente rápidos (creedme). Bonham se saca las baquetas de encima y nos hace su show preferido, el solo golpeando a mano descubierta la batería (más tarde también con baquetas). Disfrutad del virtuosismo de Bonzo. Vuelta al demoledor tema principal ahora con la batería descargando a tope y fin.
Cuando inicia el último tema, "Bring It On Home", parece que el disco ya lo ha sellado a porrazos Bonzo, que ya ha acabado y que escuchamos un bonus track en el que encontramos a los 4 relajados y haciendo el ganso como les da la gana. Plant de hecho está imitando a Sonny Boy Williamson, el bluesman virtuoso de la armónica (uno de ellos, porque hay dos Sonny Boy). Pero de repente, de nuevo nos pillan a traición, se vienen arriba y se sacan este magnífico temazo cañerísimo con la guitarra echando fuego y metiéndonos ese riff mortal entre pecho y espalda con los instrumentos a tope como en ningún otro corte del LP.
Y no os meto más rollo con lo de que el disco cambió el mundo y demás que ya suena cansino. Ya veremos que si al entrar al estudio para el LZII ya eran un grupazo cuando salieron eran sencillamente dioses y cuando todo el mundo esperaba que siguieran arrasando a su paso con lanzallamas y tanques, estos tipos arrogantes y soberbios como nadie, amantes de los requiebros, se fueron a una casita de Escocia de tranquis a fumar porros y se grabaron un discazo acústico casi en su totalidad.
Perdonad el tochazo pero tengo que decir que poseo un vinilo original de este trabajo, uno de los mayores regalos que jamás me han hecho, no por los Zepp y su música (que ya lo convertirían de por sí en un tremendo obsequio) si no por lo que el valor que el objeto tenía para quién aún así decidió desprenderse de él en uno de mis cumpleaños. Si algún día llega aquí (y sobrevive al tochazo) sabrá quién soy. MUCHAS GRACIAS B

RESEÑA--> 94/100

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